La pasión de Brian

A Brian se le hace larga la semana. Espera el sábado con la ansiedad de quien vive el fútbol con la pasión del hincha más fervoroso.

Pero todo llega. Brian se calza la casaca «aeronauta» y espera que Julio Ojeda -su papá- le diga: «es hora, Brian, vamos a la cancha».

Los ojos se le iluminan. Se sienta en la silla habitual, al lado de los suplentes. Los brazos y las piernas se mueven como si el técnico le hubiera dicho «calentá Brian, vas a entrar por el 9».

Y aunque no puede, Brian lo vive como si fuera el goleador que le hubiera gustado ser. Seguro que aprovecharía todos los pases gol del «Chicho» Uribe o aplicaría un frentazo goleador a un centro medido de su papá Julio.

Esa sensación particular es la que se nota cuando atacan los jugadores de la categoría Expertos de Jorge Newbery, en el fútbol de veteranos.

Brian se agita cuando la pelota anda merodeando el área rival y sufre cuando pica cerca de los tres palos del Lobo.

Así es la pasión de Brian. Profunda.

Cómo sólo Brian puede saberlo y sentirlo.