Viento…? ¿Qué viento?

Afuera, el viento sopla fuerte. A través de la ventana se nota cómo los árboles se balancean tratando de resistir. Comodoro Rivadavia es una gran nube de tierra.

Pero hay un partido de futbol y eso es lo que verdaderamente importa. Aunque las ráfagas desmejoren el ánimo y traten de hacerte desistir, no hay manera. Verdaderamente, no hay manera de retener y guardarse las ganas de estar en la cancha.

Hay cosas que no se entienden. Nada es ideal. La visión es complicada, el pique de la pelota se convierte en indescifrable, la velocidad de los pelotazos para un cambio de frente es ingobernable, el saque de arco queda cerca o se va para un costado.

Los ojos se llenan de tierra, cuesta ver. Pero ahí viene. La pelota está cerca y seguro te va a llegar. Y ahí está lo inentendible. Son apenas unos segundos con ella, suficientes para justificar esa sensación tan inigualable llamada: pasión.