Hay una raza que no claudica, que no se da por vencida.
Son caudillos de sus pasiones, soldados de sus propios deseos.
Aunque no lo son, aparentan interminables, porque transitan las canchas de la ciudad con la estirpe de muchas décadas.
Tal vez sin la velocidad o movimiento que hizo que la camiseta se les pegue en la piel, pero con el convencimiento que sin el futbol, sus vidas serían totalmente diferentes.
Verdades de un loco por el futbol