¿Saben que extrañamos los veteranos del futbol?. Los ruidos de las mañanas de sábado y domingo. Cuando apenas abríamos los ojos y tratábamos de percibir los sonidos de afuera, si llovía o soplaba muy fuerte el viento.
Porque la percepción era el inicio de la pasión por jugar. Porque estar en la cancha un fin de semana era el paréntesis que necesitábamos para seguir peleándole a la vida.
Y aún así, sin la bendita pelota, seguimos luchando, tratando de que este mundo nos devuelva lo que nos hace falta. Ese aroma tan especial que arroja un sábado o domingo de futbol. Olores que aún persisten en nuestros sentidos y que es imposible desterrar.
Es como dormir un sueño largo. Ya pasará. Volveremos y con muchas más ganas todavía. Seguro.