El Club Veteranos de Laprida cumplió 30 años el 25 de mayo pasado. Es una entidad que dispone de un predio y voluntades para tratar de progresar más allá de los contratiempos. «Últimamente, sufrimos golpes bastante duros, pero seguimos adelante», dijo José Olivera, uno de los fundadores. El gran objetivo pasa por la plantación de césped natural.
Pasan los años, pero la mística se sostiene. El sentido de pertenencia es uno de los tesoros más preciados que cualquier institución pretende reunir en un ámbito de larga y mediana trayectoria.
La iniciativa de armar Veteranos de Laprida nació de un grupo de jugadores que integró el plantel de Primera División en las décadas del ’70 y ’80. Desde esas bases, hace tres décadas, se originó una corriente que hoy se apoya en otras generaciones pero con la misma fortaleza.
Marcelo Mercado es el presidente de la entidad a partir de una Asamblea Extraordinaria que se desarrolló hace cinco meses, luego del lamentable fallecimiento de uno de los motores principales en la historia de los Veteranos de Laprida: Laureano Barrionuevo, el «Bocha».
«Por razones muy puntuales, todo lo que vamos intentando en este último tiempo nos frena. Venimos remando para tener el césped, pero primero fue el temporal que nos retrasó todo, además de destruir gran parte de nuestro predio. Después, cuando ya veníamos embalados, nos afecta el fallecimiento del «Bochita» Barrionuevo y ahora, cuando otra vez estábamos encaminados, aparece esta pandemia. Igual, no tenemos ninguna intención de aflojar con este proyecto. Seguimos para adelante», dijo José Olivera.
Así es el ímpetu de la gente de los veteranos de Laprida. Desde aquellos momentos que apuntaron a un sector cercano al barrio para establecer su lugar. «Estuvimos en otros lugares, pero captamos un terreno que es de la empresa Petroquímica, lo solicitamos en comodato y siempre tratamos de agregar algo para hacerlo cada vez mejor», mencionó Olivera.
Una prueba de carácter para el grupo de los Veteranos de Laprida se presentó con el temporal de marzo de 2017. «Ya pasaron tres años, pero nos dejó una marca muy grande como institución. Porque tuvimos que arrancar desde muy abajo. Era desolador ver cómo lo que tanto costó levantar, la naturaleza nos quitó de golpe. El lodo nos arrebató todo. Pero nos pudimos enderezar. Nuestros equipos de futbol tuvieron que salir a jugar en otras canchas, la gente misma del barrio perdió un lugar de esparcimiento. Igual pudimos salir porque estamos en pleno proceso de refacciones y no falta mucho para volver», mencionó Olivera.
Para poder dar pasos hacia adelante, se contó con un respaldo del estado municipal. «Eso lo valoramos porque no nos dejaron solos. Contamos con las visitas de los funcionarios que veían cómo se fue trabajando, tanto antes como después del temporal».
«Cuando pudimos, en cada aniversario, nos juntamos ya sea con los integrantes de los equipos de veteranos, como con sus familias. Ahora no podemos por esta situación. Hoy lo importante es cuidarse, cuidar a la familia y a toda la comunidad. Ya habrá tiempo para reunirse y también para volver a jugar al futbol», completó Olivera.