Un desequilibrio y fuertes sanciones

En el acta que se conoció hace unos días, las resoluciones del Tribunal de Disciplina luego de la final de Seniors «A» entre Rada TIlly y Abel Amaya, fueron durísimas.

Hubo cinco expulsados, tres de Abel Amaya y dos de Rada Tilly. A cuatro de esos expulsados se les aplicó 6 fechas de suspensión y a uno de ellos, Paulo Rementería, un año de inactividad.
Pero aún hay más, Abel Amaya fue sancionado en forma económica con una cuota campeonato, además del descuento de 20 puntos para esta temporada 2019.
Lo que hay que consignar es que una buena parte de la responsabilidad de la desnaturalización de la final, se originó por las desacertadas decisiones del árbitro Sebastián Maripillán, quien no tuvo el sentido común para encauzar un partido que, hasta el inicio de las expulsiones, caminaba por carriles normales.
La expulsión de Paulo Hernández -Abel Amaya- por un supuesto exceso verbal desencadenó en incidencias inimaginables hasta ese momento. Maripillán debería haber priorizado la instancia de juego -una final anual- que su orgullo de sentirse agraviado por una protesta de las miles que suceden en una temporada de futbol de veteranos.
Ese excesivo vedetismo «rompió» la final y desencadenó en incidencias con expulsiones e intentos de agresión en el sector de vestuarios.
La resolución castiga a los jugadores y en forma muy dura al Club Abel Amaya. Se equivocaron y deben ser sancionados, pero a las equivocaciones y desequilibrio emocional del árbitro Sebastián Maripillán, ¿quien juzga y sanciona?.

 

Alejandro Carrizo